Nos pasamos más de 3 billones de horas a la semana delante de un videojuego. ¿Podemos considerar que estamos aprendiendo?
Las voces más conservadoras de nuestro sistema educativo nos dirían que estamos perdiendo el tiempo, que un estado de ocio y diversión no puede aportarnos conocimiento ni aprendizaje pero parece ser que no tienen razón.
La gamificación puede ofrecer muchas ventajas para el aprendizaje, tanto colectivo como individual. ¿En qué aspectos puede la gamificación enriquecer la dinámica de un aula?
- Progresion: Los juegos ofrecen diferentes niveles de dificultad, lo que permite a los estudiantes ir superando esos niveles cuando van adquiriendo la experiencia suficiente para superarlos. Esta superación es una valoración del trabajo realizado: práctica para obtener conocimiento y conocimiento para superar dificultades.
- Inversión: La motivación aumenta cuando se realizan actividades donde el alumno aprende en un ambiente de juego y experiencia lo que activa conexiones neuronales que potencian las habilidades innatas de cada uno. El aprendizaje genera conocimiento y ese conocimiento permanece con nosotros durante toda la vida.
- Aprendizaje continuado: El juego provoca que el alumno quiera aprender para superar nuevos retos, lo induce a investigar y descubrir información que lo ayude a progresar, desarrollando nuevas habilidades que lo hagan ser mejor.
En conclusión, ¿deberíamos aprender jugando? La respuesta es un contundente SI. La infografía de Knewton nos da más detalles sobre los beneficios que la gamificación puede ofrecer a la vida de millones de alumnos. Probablemente podríamos acabar con el fracaso escolar ... ¿Alguien lo quiere probar?
